El sábado pasado mi esposo, mi mamá y yo fuimos a un partido de baloncesto de mis estudiantes del 7o grado. Tres de las cinco jugadoras que empezaron el partido son estudiantes mías. Me divertí mucho ver a estas niñas fuera de mi clase. (¡
Conecté en una manera nueva con ellas!) Una chica seria e introvertida se convirtió en una jugadora rabiosa y determinada, con cara fruncida. Otra chica bien estudiosa marcó muchos puntos, siempre con la lengua fuera de la boca, como siempre hago yo cuando intento algo difícil. Y la tercera niña, muy pequeña y siempre agradable, ¡fue el base del equipo! Ella se soltó a llorar cuando tuvo que dejar el partido en los tiempos extras porque cometió cinco faltas. Perdieron en los tiempos extras, pero se alegraron que yo había venido a ver su partido.
Algún día esta semana, otra chica del equipo (que no está en mi clase ahora, pero que enseñé en la primaria) me dijo:
-- ¡Vino Ud. a nuestro partido!
-- Sí, Uds. jugaron con muchas ganas...
-- ¡Y se sentó Ud. cerca de mis padres! Fue muy raro.
-- Ay, ¿de veras? No conozco a sus padres...
-- ¡Y su mamá habló con mi mamá! ¡Fue MUY RARO!
Qué chistoso es el mundo desde el punto de vista de una niña del 7o grado.
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